Swing City, una escuela de baile con shows en vivo que revive la Era del Jazz en Buenos Aires
Fundado hace diez años como salón de baile, Swing City se transformó en un importante jazz club que este año lanzó una serie de discos en vivo de Ángel Sucheras, la Delta Jazz Band y otros artistas destacados de la escena local.
“Empezamos a bailar swing en un momento donde se escuchaban mucho bandas como Big Bad Voodoo Daddy y Cherry Poppin’ Daddies, por ejemplo. Ese tipo de swing se bailaba socialmente, y mucha de la estética que veíamos a través de los videoclips se replicaba como la imagen del Lindy Hop, el baile más popular dentro de la música swing. Eran épocas de MTV, sin tanta internet, por lo que en Sudamérica, lejos de Europa o Estados Unidos, la información que llegaba era en gran parte por esas vías. Sin duda, el Neo Swing fue uno de los motores del renacimiento del baile, pero, por supuesto, también se seguía bailando jazz tradicional y swing clásico en esa época”, dice Manuel Bicaín, bailarín profesional, docente y junto a la también bailarina Mariel Gastiarena, uno de los fundadores de Swing City, el coqueto club de baile que en la esquina de Scalabrini Ortiz y Padilla, en el barrio porteño de Villa Crespo, replica el espíritu de los clásicos ballrooms de Nueva York en la Era del Jazz.
Swing City funciona como escuela de baile durante el día, pero por las noches mutó en un concurrido club de jazz. “Nuestro comienzo sin dudas fue átipico, porque surge de amantes de la música pero desde un lugar interpretativo. Es decir: el baile”, explica Manuel. “Con un público inicialmente diferente empezamos nuestro club de jazz desde otro nicho. Pero conocíamos obviamente el circuito por la relación cercana que tenemos con tantos músicos después de más de diez años en la producción de eventos de jazz. Hoy somos un destino obligado de todo amante del jazz, en el excelente mapa de los clubes de Buenos Aires, sumando como nota distintiva que siempre hay espacio para bailar o bailarines de lindy hop que se acercan a escuchar y, obviamente, bailar”.
Swing City forma parte del nutrido circuito de jazz porteño, que incluye paradas obligadas en Bebop Club, Prez, Virasoro, Jazz Voyeur, Thelonious, Centro Cultural Nueva Uriarte, Nempla, Café Berlín, Bargoglio y Borges 1975, entre otras.
Para Manuel, Buenos Aires ostenta una comunidad intensa y pujante de bailarines de swing. “A pesar de estar geográficamente lejos de las escenas más consolidadas de swing, Buenos Aires —junto con otras ciudades de Latinoamérica— ha logrado ganarse un lugar destacado en la comunidad mundial. Este logro se debe a la pasión y dedicación de bailarines, músicos y organizadores locales que trabajan continuamente para difundir esta cultura. En Swing City ponemos un fuerte énfasis en respetar y transmitir los orígenes afrodescendientes del swing como una parte esencial de nuestra enseñanza y cultura. Creemos que entender la historia enriquece tanto el arte como nuestra conexión con esta tradición. Con su trayectoria y enfoque en la calidad, ha sido un punto de encuentro clave dentro de esta escena en los últimos diez años, pero también hay numerosos profesores, escuelas y eventos en la ciudad que contribuyen al desarrollo de una comunidad diversa. La riqueza de la comunidad reside en su espíritu inclusivo y en la manera en que los estilos y enfoques conviven, aportando variedad y frescura al swing en esta región”.
El espacio físico de Swing City está dividido en varios salones. El espacio principal, que se utiliza tanto para el baile como para los conciertos, lleva el nombre de Savoy, en homenaje el mítico salón de baile de Nueva York. También hay dos salas más pequeñas exclusivamente destinadas a las clases: Small’s Paradise y Cotton Club, como referencias a otros clubes de los años 20 del siglo pasado, ubicados al norte y al sur de la Gran Manzana. “Cada uno tiene su historia, que no solo incluye música, baile y disfrute, sino también la realidad de la época respecto a la segregación racial que no se debe olvidar. Decidimos darle a todo el local un estilo que remita a lo vintage sin sobrecargarlo. Quisimos que sea un lugar de calidad para escuchar y tocar, y al mismo tiempo cálido y descontracturado para todos los públicos”, se enorgullece Manuel.
En 2024, en tándem con el sello RGS (la disquería tiene su sede a pocas cuadras, también en el barrio de Villa Crespo), y el empuje del productor Daniel Daich, arrancó un ambicioso proyecto, las Swing City Sessions, una serie de grabaciones de distintos exponentes del jazz tradicional, el swing y los blues de la escena porteña, disponibles en Spotify y otras plataformas digitales. “La idea surgió inicialmente cuando Daniel, habitué de Swing City y amante del jazz, nos acercó su inquietud de registrar todo lo que sucedía en nuestro club. En el verano del 2024 se le dio forma al proyecto conformando el equipo con Lucho Pellegrini, músico y productor, y Mariel Gastiarena, bailarina y directora de Swing City, en la producción artística; Amadeo Álvarez a cargo de la grabación y mezcla; y Daniel Daich y Andrés Galante de RGS Music en la producción ejecutiva”, explica Manuel. “Para la escena, las Swing City Sessions representan la oportunidad para muchas bandas nuevas de tener un producto cerrado en formato de disco, y para bandas consagradas, de estar activas en el flujo de nuevos oyentes de Jazz. El hecho de que las sesiones sean producidas en Swing City representa además que la colección tenga una identidad especial y única”. En las 17 sesiones, con producción artística del baterista (e intérprete del washboard) Lucho Pellegrini y la bailarina Mariel Gastiarena, participaron el maestro Ángel Sucheras & New Orleans Spirit, Los Bourbones, Waller Moods (que incluye en sus filas al notable pianista Manuel Fraga), JuanMa Torres, Antigua Jazz Band, Delta Jazz Band, Hot Shooters, Checha Naab Swingtet, Pauli Giaco, Django Sessions, Time To Swing, Junior Binzugna, el cuarteto Onfaier, Jazz de París, Moodin’ West, el Denise Izaguirre noneto y Marce Ariño.
Manuel y Mariel mencionan a referentes clásicos del Lindy Hop, como Frankie Manning, Al Minns y Norma Miller, como sus principales referentes. “No solo marcaron la historia del baile, sino que también fueron embajadores de la cultura afrodescendiente, que es la raíz de todo el swing. El Lindy Hop, como estilo de danza, nació en las comunidades afroamericanas, y su evolución está profundamente ligada a la historia y la identidad de estas comunidades”, explican. “Estudiar a estos y otros pioneros, y conocer sus orígenes, es esencial para entender la conexión profunda que el baile tiene con esos aspectos, los cuales son vitales para poder bailar con autenticidad. Afortunadamente, algunos de nosotros pudimos conocer y tomar clases con varios de estos ‘Old Timers’. Desde hace casi 20 años, referentes modernos internacionales vienen a Buenos Aires a diferentes festivales y eventos. Pero también muchos bailarines y bailarinas argentinos son referentes de este arte alrededor del mundo, llevando una mirada latinoamericana al universo del jazz”.